Veinte años justos separan a dos hechos históricos que en principio podrían ser considerados inconexos entre ellos y sin embargo están mucho más emparentados en sus esencias de lo que en principio solo parecería ser una coincidencia del almanaque.
Uno inicia, cual partida de nacimiento, la gesta que generaría el ideario Artiguista, el otro fue el vil intento de exterminio de una etnia que no encajaba en el plan de organización de un orden que acababa de vencer por la traición a ese ideario.
Jueves, 11 de Abril de 1811, Proclama de Mercedes.
A muy pocos días de producida la
“Admirable Alarma”, llega a tierra Oriental José Artigas, nombrado
segundo jefe de las milicias orientales.
El fuego de la revolución comenzaba a tener fuerza, se encendía e incendiaba toda la Banda Oriental.
Desde su cuartel provisorio en Mercedes
Artigas lanzaba su arenga a los Orientales, los invitaba a plegarse a la
revolución contra el poder monárquico, les exhortaba a defender la
libertad, a ser libres e iguales, a desprenderse del sometimiento,
Ahí comenzaba la gesta.
Casi cinco meses después de la proclama
del 11 de abril la Junta de Bs. As. convertía a los Orientales y su
tierra en moneda de cambio para los vaivenes de la guerra, trataba el
territorio oriental como botín de guerra y a su pueblo como un
semoviente más, desoía sus reclamos, los desprotegía, los entregaba como
presa fácil.
Todo lo cual provocó en los Orientales su pronunciamiento de autodeterminación.
Los hechos se suceden;
En octubre de ese mismo 1811, el
nombramiento de José Artigas como Jefe de los Orientales; la entrega
unilateral por parte de Bs. As. de la Provincia Oriental al poder
monárquico, las Asambleas Orientales donde se expresa la soberanía de
los pueblos, ”La Redota”, luego la vuelta al pago.
En agosto de 1812 el pronunciamiento de los
jefes Orientales determinando la autonomía oriental, en diciembre; la
“Precisión del Yi” ante la prepotencia porteña y sus intentos de
neutralizar la soberanía oriental.
En abril de 1813 el Congreso de Tres
Cruces, en él la “Oración Inaugural” y las Instrucciones con su
proposición de Libertad, Soberanía e Independencia para la Provincia
Oriental y la Confederación de Pueblos Libres para el conjunto de
provincias, todo bajo el sistema de República.
Los bandos quedaban así armados, por un lado el centralismo porteño secundado por la oligarquía económica de Montevideo, las logias corporativas del poder de algunos pocos intentando el sometimiento de los pueblos para sus fines de rédito comercial y económico.
Enfrente, Artigas, su Liga de los Pueblos Libres con su proyecto de Confederación, o sea; la unión de estados soberanos que por pacto recíproco formarían un macro estado solidario, equitativo, plural, inclusivo y republicano.
Y está ahí, luego, el Reglamento Provisorio de reforma agraria del año 1815 diciendo;
”…que los más infelices sean los más privilegiados…”
”…los negros libres, los zambos de esta clase, los indios y los criollos pobres, todos, podrán ser agraciados con suertes de estancia…”
Y está Artigas, en enero de 1816, diciendo todo lo contrario a las “justificaciones” que los genocidas darían en 1831 para la obscena y traidora matanza.
Decía el prócer;
”Es preciso que a los indios se trate
con la mayor consideración, pues no es dable, cuando sostenemos nuestros
derechos, excluirlos del que justamente les corresponde.
Su ignorancia y civilización no es un delito reprensible.
Ellos deben ser condolidos más bien por
esta desgracia, pues no ignora usted quien ha sido su causante y
nosotros ¿habremos de perpetuarla? ¿y nos preciaremos de patriotas
siendo indiferentes a este mal?
Por lo mismo es preciso que los magistrados
velen por atraerlos, persuadirlos y convencerlos y que con obras mejor
que con palabras acrediten su compasión y amor filial”.
(Artigas, al gobernador de Corrientes, 31 de enero de 1816).
Vendrán luego la guerra, la traición y
la felonía de los aliados y de algunos de sus lugartenientes que serán
luego ideólogos y protagonistas cipayos de la matanza de Salsipuedes.
Tras eso la derrota militar, el
confinamiento en la selva Paraguaya del prócer, su ideario, su proyecto
al fin fue sometido y desterrado.
Lunes, 11 de Abril de 1831, Matanza de Salsipuedes.
Armado el sistema de dominación por las minorías económicas, sus oligarquías, el reparto de poder incumbía a las tierras, incluso y sobre todo aquellas tierras que fueron dadas a los más pobres y a los más infelices que estaban en los territorios de aquellos que según palabras, voluntad y hechos del prócer debían de ser condolidos y tratados con la mayor consideración.
Los que eran tenidos en consideración por Artigas por sus derechos ancestrales a la tierra, ahora no encajaban en un sistema de uso, abuso y explotación. Debían, por tanto, ser eliminados, destruidos, neutralizados, al igual que aquel que ahora estaba confinado en el Paraguay.
Las logias de poder, la oligarquía económica, como aves rapaces se abalanzan sobre las tierras de aquellos dueños ancestrales y de propietarios que en su momento fueron privilegiados por el reparto porque habían sido infelices y ahora tenían que volver a serlo en el sistema imperante y triunfante antiartiguista.
Al igual que hicieron con Artigas recurrieron a la traición, el engaño, porque tanta libertad, tanto derecho y tanta equidad solo se podían combatir con igual cantidad de perfidia, ignominia y perversión.
La constitución jurada el año anterior
legalizaba el poder de los menos sobre los más, de los ricos sobre los
pobres, de las asociaciones de poder sobre la legalidad.
Pero eso solo sometía al blanco y al mestizo sumisos, no podía someter al libre de naturaleza, de nacimiento.
No podía someter al indígena.
Ese seguía su lucha por lo que le correspondía por derecho, por herencia, por lo que le estaba siendo robado, usurpado, arrancado por la fuerza bruta.
La negociación no era posible en los términos que les imponían, ya que la única intención era someter, poseer, mercantilizar, subyugar y ellos estaban por fuera de ese sistema, no lo entendían, no lo compartían y no lo podrían vivir.
Así cobra sentido histórico, justificación cínica, perversa y vil, la matanza del 11 de abril de 1831, fue un golpe más del exterminio, ya no de una raza, sino de algo mucho más grande, era el intento del exterminio de una idea, de una forma de entender la vida y su convivencia en sociedad.
Se trataba de aniquilar a los dueños de un derecho, para robarlo y ponerle precio. Poseer sus tierras, su espacio y por tanto sus vidas.
Los perpetradores no tienen perdón
histórico por lo hecho ya que no los justifica la época, porque ya en
ella Artigas había dictado sentencia de cómo se debía proceder con los
indígenas.
Y no lo había solamente dicho, sino también, lo más importante, lo había realizado.
El ejemplo, la guía, la jurisprudencia, el acto, estaban ya marcados, realizados y aceptados por ambas partes.
Se había decretado y realizado la inclusión
sin sometimiento, el juntarse sin mezclarse y el convivir con
tolerancia y negociación.
El único inconveniente es que eso iba en detrimento del poder de unos pocos, en contra de su codicia y en desmedro de su poder.
La inclusión, el dar derechos y convivir no eran ya una opción.
Los traicionados, engañados y asesinados
en Salsipuedes y en los sucesivos combates, encerronas y celadas, nunca
habían leído las palabras de aquella proclama de Mercedes de 1811, y
seguro que ni escuchado de boca de un hombre que no fuera de su estirpe,
la esencia de aquella arenga, pero ella, en su contenido, ya era mucho
antes parte de su historia.
Tal vez porque Artigas la aprendió primero de ellos y luego fue recién que la lanzó en aquel abril del año once.
Lo que sí es seguro que aquellos indómitos, al caer por última vez al suelo, un instante antes que sus pupilas se dilataran para siempre, que su sangre regara la tierra que los vio nacer, estaban honrando como un mandato ancestral las palabras que hacía veinte años el prócer dirigía a sus Orientales:
“…TIEMBLEN ESOS TIRANOS DE HABER EXCITADO VUESTRO ENOJO, SIN ADVERTIR, QUE LOS AMERICANOS DEL SUD, ESTÁN DISPUESTOS A DEFENDER SU PATRIA; Y A MORIR ANTES CON HONOR, QUE VIVIR CON IGNOMINIA EN AFRENTOSO CAUTIVERIO”.
Memoria eterna para los inmolados en Salsipuedes.
Memoria eterna para la gesta de la Patria Vieja.
Fuente: https://chancharruas.wordpress.com/1811-11-de-abril-1831/
El 11 de abril de 1811 en Mercedes, (Banda Oriental) el Gral, Josè Gervasio Artigas emitió una
Proclama Revolucionaria.
Leales
y esforzados compatriotas de la Banda Oriental del Río de la Plata:
vuestro heroyco entusiasmado patriotismo ocupa el primar lugar en las
elevadas atenciones de la Excma. Junta de Buenos Ayres, que tan
dignamente nos regenta. Esta, movida del alto concepto de vuestra felicidad, os dirige todos los auxilios necesarios para perfeccionar la grande obra que habéis empezado: y que continuando con la heroycidad, que es análoga a vuestros honrados sentimientos, exterminéis a esos genios díscolos opresores do nuestro suelo, y refractarios de los derechos de vuestra respetable sociedad. Dineros, municiones, y tres mil patriotas aguerridos son los primeros socorros con que la Excelentísima Junta os da una prueba nada equívoca del interés que torna en vuestra prosperidad: esto lo tenéis a la vista, desmintiendo las fabulosas expresiones con que os habla el fatuo Elío, en su proclama de 20 de marzo. Nada más doloroso a su vista, y a la de todos sus facciosos, que el ver marchas (con pasos magestuosos) esta legión de valientes patriotas, que acompañados con vosotros van á disipar sus ambiciosos proyectos: y á sacar a sus hermanos de la opresión en que gimen, bajo la tiranía de su despótico gobierno. Para conseguir el feliz éxito, y la deseada felicidad a que aspiramos, os recomiendo á nombre de la Excelentísima Junta vuestra protectora, y en el de nuestro amado jefe, una unión fraternal, y ciego obedecimiento á las superiores órdenes de los jefes, que os vienen a preparar laureles inmortales. Unión caros compatriotas, y estad seguros de la victoria. He convocado á todos los patriotas caracterizados de la campaña; y todos, todos se ofrecen con sus personas y bienes, a contribuir a la defensa de nuestra justa causa. A la empresa compatriotas, que el triunfo es nuestro: vencer ó morir sea nuestra cifra; y tiemblen, tiemblen esos tiranos de haber excitado vuestro enojo, sin advertir que los americanos del sud, están dispuestos a defender su patria; y a morir antes con honor, que vivir con ignominia en afrentoso cautiverio. Cuartel General de Mercedes. 11 de abril de 1811. José Artigas. Biblioteca Artiguista *Aclaración: Se respetó la ortografía de la fuente documental. (Esta proclama fue originalmente publicada por La Gaceta de Buenos Ayres el jueves 8 de mayo de 1811.) 11 de Abril "Día de la Nación Charrúa y la identidad indígena" La Ley 18.589, aprobada en el año 2009 en su primer Artículo declara que, en este día se conmemorará el "Día de la Nación Charrúa y de la Identidad Indígena", en el segundo Articulo, se estipula que tanto el Poder Ejecutivo como la Educación Pública, deberán coordinar diferentes acciones públicas para informar y sensibilizar a la ciudadanía sobre el aporte indígena a la identidad nacional, los hechos históricos relacionados a la Nación Charrúa y lo sucedido en Salsipuedes en 1831. ¿Por qué el 11 de Abril? El 11 de abril de 1831, en la cuenca del Arroyo Salsipuedes, ubicado en el actual Departamento de Paysandú casi en su límite con el Departamento de Tacuarembó, se llevo a cabo una de las últimas campañas de exterminio de los grupos indígenas denominados Charrúas. Desde la época Colonial, se habían desarrollado numerosas campañas militares para eliminar a los grupos e individuos que perturbaran la estabilidad de los sistemas políticos–económicos dominantes. Y las comunidades indígenas eran uno de ellos. Con la consolidación del Estado uruguayo independiente, este objetivo continuo vigente y fue concretándose en los primeros años del primer gobierno. Es así, que en abril de 1831 el entonces Presidente de la República, General Don Fructuoso Rivera, convoca a los principales Caciques Charrúas y a sus parcialidades a reunirse en el mencionado arroyo. Tras una emboscada atacan a los grupos charrúas, matando a la mayor parte de los varones, y tomando numerosos prisioneros fundamentalmente mujeres y niños. Si bien hubo algunos sobrevivientes que lograron huir, y las mujeres y niños fueron repartidos como servicio doméstico en la sociedad criolla -y por lo tanto tuvieron descendencia-, luego de este episodio, desde mediados de la década de 1830, prácticamente ya no hay más registros de grupos originarios organizados. |
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