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miércoles, 24 de agosto de 2022

EL AMERICANO ARTIGAS EN LA FIESTA DEL CARMEN, agosto de 1821

 

    En aquellos años era muy grave el delito político de levantarse en armas. Aunque hubo españoles, indígenas, africanos, mestizos, zambos y “paso atrás” en todos los bandos, se asoció la insurrección de diferentes maneras.

Las nominaciones fueron varias. Las más generalizadas y menos agraviantes, fueron “insurrectos” o “americanos”. “Gauchos” o “gauderios” señaló que eran “guachos” (sin procedencia ni madre, criados solos), voz extensiva a los “hombres sueltos” de la campaña, protagonistas de lo que la Corona llamó “problema del arreglo de los campos” (indefinición de la propiedad privada, contrabando, acción depredadora sobre el ganado). “Artigueños”, “artigos” o “artigones”, nominó a los seguidores de José Artigas, voces generalmente asociadas a “negro”, “pardo” “indio” y “fascineroso, un adjetivo que llegó a tener condición de sustantivo fue el de “salvaje”

Además de pérfido, Artigas fue llamado de Caporal de Ladrones por Gaspar R. de Francia

    La voz “Tupamaro” fue tempranamente adoptada por los insurrectos, en alusión al jefe indígena Tupac Amarú. Fue usada indistintamente como insulto o identificación. Las tropas sitiadoras de Montevideo nominaron orgullosamente “Tupamaro” a uno de los morteros con que le disparaban a los muros de la ciudad, a la vez que Acuña de Figueroa aclara, como testigo de época, que “los españoles para designar un partidario de la revolución suelen decir : es un Tupamaro”, el otro cañon fué  llamado Mangoré, pero este no se adopto como descalificativo. Apenas iniciado el movimiento juntista, hay un testimonio al respecto: los paraguayos fueron enviados por el gobernador Velasco a reprimir toda manifestación juntista. A tales efectos desembarcaron en Corrientes unos soldados miñones catalanes que recorrieron la ciudad “gritando que los correntinos no eran vasallos de Fernando Séptimo sino de Tupamaro”. Un correntino relató: “Fui súbitamente sorprendido por 20 catalanes que me preguntaron que hacía allí, y a qué Rey serbía, si a Tup-marú o al de España y que si hera dependiente de la Junta de Bs. Ayres o subalterno de ella.” No puedo dejar de pensar en el cura Cornelio Contreras, que al darle sepultura por la mañana del 23 de septiembre de 1850, en el santo campo para insolventes del cementerio de la Recoleta, al más americano de todos, lo llamo de “extranjero”!.

 

LA FIESTA DEL CARMEN, 8-9 de agosto de 1821

Son pocos los testimonios orales que pudieron recogerse en esa aldea que muchas décadas más tarde, durante la Guerra de la Triple Alianza, fue totalmente quemada y destruida. Algunos de sus habitantes regresaron después de la masacre, y entre ellos, en el año 1926, Plácido Jara busco recuerdos. Hablo con dos ancianos de la villa, un hombre de ochenta años y una mujer de cien, que recordaban haber oído contar a sus mayores "haber llegado á Curuguaty enviado por al superior gobierno un ilustre expatriado y extranjero a quien se rendía respeto", agregando que un señor extranjero, más moreno que blanco, vistiendo un largo saco asistía a oír misa todos los domingos a la iglesia", El teniente cura de la iglesia de Curuguaty era el presbítero Venancio Toubé Dejó sus huellas en los documentos de aquella época y lo hizo de manera bastante notoria cometiendo "quebranto de opinión y otros excesos por el efecto de la bebida. En 1820 protagonizó un enfrentamiento con el comisionado general del Gobierno, el comandante subalterno don Roque de Vera. En esa ocasión según testigos el cura había atacado a don Roque "con un tizón de alumbrar", trabajosamente lo pudieron detener entre varios, a quienes golpeó furiosamente. Luego de inmovilizarlo lo dejaron dormir en su cama los sopores del alcohol. El desentendimiento con el comandante habría comenzado cuando, en ocasión en que se hallaban bebiendo Roque de Vera y otros, el cura Toubé se apareció con unos papeles en la mano y le pidió "que le diera licencia para pasar al Portugal", o sea a las tierras de Brasil que se abrían del otro lado de la cordillera del Mbaracayú. Le dijeron que no y todos se retiraron, cerrándose la puerta de la casa en la que se realizó el encuentro. Al poco rato regresó el cura con un cuchillo en la mano, tratando de forzar la puerta de la casa y amenazando con el puñal a todos lo que se acercaban. "Siempre que se toma se pone furioso", dijo un testigo. En aquel año de 1821 en que Artigas llegó a la villa, se realizaba los días 8 y 9 de agosto "la fiesta Patrona" dedicada a la Virgen de Nuestra Señora del Monte Carmelo. Para tal fiesta fue invitado el presbítero José Vicente Orue, cura rector primero de la iglesia matriz de San Isidro Labrador, pero además vicario foráneo y juez eclesiástico del distrito, o sea: una alta dignidad eclesiástica. Quien lo invtaba era, precisamente, el problemático teniente cura Venancio Toubé.  El vicario Orué llegó a Curuguaty el día 7 y se hospedó en la casa del segundo comandante de la villa y teniente ministro, Miguel Gómez, quien le había hecho el honor de darle hospicio en ella" Luego de acomodar sus cosas en la casa de Gomez, Orué concurrió a la iglesia, donde se puso al frente de la ceremonia y celebró las vísperas, oficiándolas él mismo en el coro con los demás músicos. Convido a los feligreses, verbalmente, para el oficio a realizarse al día siguiente. Por la noche un numeroso grupo de vecinos se reunió con él en la casa del segundo comandan te Gómez, donde se estaba hospedando. Artigas estaba entre los concurrentes. Estaban reunidos cuando llegó el cura Toubé, quien "en presencia de mucho concurso, por un efecto de su acostumbrada embriaguez, obligó al expresado Teniente Ministro que suspendiera al Americano Don José Artigas, y otras personas decentes, que habíanse despedido ya del dueño de casa para alejarse a sus respectivas habitaciones". Del párrafo se desprende que la reunión era concurrida ("en presencia de muccho concurso"), el cura Toubé llegó tarde, pues algunos ya estaban despidiéndose… es que no contaba con la simpatía de ese grupo que al verlo llegar decidió retirarse y, manteniendo las formas, cumplieron con los saludos de rigor? El comportamiento del sacerdote frente al vicario fue violento e imperativo, con lo cual logró obligarlo a despedir a Artigas, quien, por otra parte, fue el único del grupo identificado por su nombre y apellido. Se destacaba. La violencia del sacerdote no se detuvo siquiera con la retirada pacífica de Artigas y del grupo que lo acompañaba. El vicario procuró calmar la situación diciéndole al cura "que los dejara ir pues que ya era hora de que se retiraran, lo cual oyendo el expresado Toubé y persistiendo en su obstinación agarró del brazo al mencionado [Vicario Orué] y con la fuerza que lo hizo por dos veces le rompió e puño de la camisa". Se le pidió que reparara aquel hecho y que se retirara a su morada. El cura, entonces, "montó en su propia cabalgadura como para retirarse (...) a poca distancia volvió, y apeándose, se enderezó hacia su Merced (Orué), que estaba sentado en la sala, en presencia de muchos circunstantes, así domésticos como extraños". Procuraron sacarlo del lugar, "se le arrastró y mandó con imperio y rectitud, que al día siguiente por ningún título ni pretexto entrara en su Iglesia ( Ante la ebriedad de Toubé el vicario había decidido presidir también la celebración del día siguiente, 8 de agosto. Al enterarse, el cura salió "montando con aceleración en su caballo". Se levantó el vicario Orué y "saliendo hasta las tranqueras de la casa, le mandó que por el desacato y audacia guardara arresto en la Sacristía de su Iglesia". El cura, entonces, "dando vuelta al caballo a la misma tranquera, contestó con desverguenza que no obedecía". Al oír esto, el vicario se volvió hacia el dueño de casa, el comandante Gómez, pidiendo auxilio para arrestarlo. El cura "ultrajó al expresado Comandante con palabras injuriosas, atrevidas, descompuestas y desatentas, que se omiten por la honestidad y política, dando a entender, que no le conocía por nadie y dejando burladas y ultrajadas aun las dos autoridades, la del vicario y el comandante. El expediente judicial abierto a raíz del escándalo es el que registra estas descripciones. Luego Toubé "tomó a toda disparada el camino hacia su casa, haciendo muchas injurias y cometiendo locos atentados contra las personas arriba mencionadas, así varones como mujeres, a quienes había querido detener y que traían el mismo rumbo que él, y los alcanzó". Era el grupo de "gente decente" que estaba con Artigas, que se habían retirado antes que el cura llegara a las manos y a los insultos contra d vicario y el comandante. Al alcanzarlos, repitió los insultos, "lo que también se mite por la brevedad de la sumaria", dice pudorosamente el documento. No hubo respuesta alguna por parte del grupo. ¿Se defendieron? ¿O callaron? Artigas, el principal injuriado, ¿no reaccionó? Lo único que consta es que el cura, después de cuyos hechos se enderezó, siguiendo el mismo rumbo, y pasando su casa, atropelló la habitación del Comandante Subalterno del mismo Partido D. Roque Vera, en donde se hallan custodiados los pertrechos y municiones de esta guardia y lo estrechó a que le suministrara un arma de fuego y dos cartuchos, que iba a hacer dos muertes aquella noche. ¿Alguna respuesta del grupo motivó su ira de tal forma? ¿Pudo provenir de Artigas? ¿Era a él-origen de su rechazo desde el primer momento-a quien que matar? ¿También al vicario? ¿O las dos muertes que deseaba hacer eran las del vicario y del comandante Gómez que lo quisieron arrestar? No consta en el documento. …

Espero derrubar un poco la muralla acerca de que no sabemos nada de los 30 años en el Paraguay.

Documento Oiriginal; A.N.A.,  Sumario al Teniente Cura Venancio Toubé sobre excesos practicados. py-ana-cyj-1636n1 PÁGINA 8 DESCARGAR AQUÍ

Texto; El Caudillo y el Dictador. Ana Ribeiro 

AGI, legajo Buenos Aires 156, 30-06-1810, correspondencia del Comandante del Apostadero

Naval de Montevideo, José de Salazar, carta nº 76, Salazar a Gabriel Ciscar

AGI, legajo Buenos Aires 218, 07-03-1818, Montevideo, expediente creado a partir de la solicitud

de María Francisca Pérez Rojo, mujer del Brigadier de Artillería Vicente Rosique,

Acuña de Figueroa, 1978, I, 359

Chaves, 1959, 53; documento del 2-10-1810

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