Una nueva comemoración del fallecimiento de Artigas es un buen momento para recordarlo y poner en práctica una nueva revisión de los hechos en esa jornada de domingo 22 de septiembre de 1850, a 172 años.
Para homenajear al gran prócer de América, de la soñada patria grande pensamos de nuevo en commemorar esta fecha con un texto de Elisa Menéndez, primera mujer en escribir sobre Artigas. A los 17 años fue Directora de la Escuela Artigas en el solar de Asunción del Paraguay, y paralelo a ello desarrolló una tarea como investigadora histórica, escribiendo obras como “Antes de 1810”, y “Artigas defensor de la Democracia Americana”, de esta última obra compartimos el texto referido a la muerte del General.
LA MUERTE DE ARTIGAS
Tanto
se ha escrito sobre este hecho, que algunos autores han llegado a
novelarlo rodeándolo de detallesdramáticos. Unos ven al anciano yacente
dejar el lecho y arrodillarse a recibir el Viático; otros lo describen
pidiendo su caballo porque quiere morir montado, o viendo cómo el
humilde vecindario se arrodilla al paso del fúnebre cortejo.
Lejos de
nosotros la idea de desautorizar tales suposiciones. Después de leer lo
que se ha escrito al respecto, compulsándolo con los documentos
fehacientes que han quedado, llegamos a la conclusión que el deceso se
produjo en forma normal, casi repentinamente. El sepelio se realizó en
la intimidad de pocas personas; las cuales, creemos, ignoraban que ese
viejecito humilde que entregaban a la tierra, era el adalid de la causa
republicana. Naturalmente debemos descartar de esa ignorancia a algunas
personalidades que habitaban en su vecindad, como López y sus
familiares, el ministro del Brasil Pimienta Bueno y algunas otras
personas superiores al medio ambiente.
Para el sencillo vecindario,
don José Artigas no era más que un “caraí extranjero”, que no ha mucho
había venido a morar entre ellos. Nada más sabían de su vida.
Si bien
el gobierno de don Carlos Antonio López era más humano y progresista
que el de su antecesor, no lo era mucho en cuanto a libertad de
pensamiento. En su dictadura de dieciocho años sólo hubo en el país un
periódico, órgano oficial del gobierno, bajo su inmediata censura. En el
momento que nos ocupa —1850— existía “El Paraguayo Independiente”, que
fué más tarde substituido por “El Semanario Ilustrado”, que aparecía los
sábados, y, como el anterior, con mordaza. Con tan limitados medios de
información muy poco podía ilustrarse el pueblo, que seguía viviendo en
el mismo aislamiento espiritual respecto a los acontecimientos sucedidos
más allá del horizonte aldeano. No nos extrañe, que vieran en don José
sólo al anciano que los saludaba sonriente, cuando pasaba en su “Morito“
camino de la iglesia o a visitar algún vecino.
Un día no lo vieron
pasar. Al siguiente tampoco... Don José estaba enfermo. A la mañana
temprano los vecinos madrugadores comentaron que había fallecido,
recibiéndose la noticia con la mayor naturalidad. Cuando se han cumplido
86 años, la muerte ya no sorprende ni al mismo a quien viene a buscar.
Concurrieron los vecinos más cercanos. Como el difunto no tenía deudos
ni dinero para costear el sepelio, aquella buena gente lugareña, a pesar
de sus limitados recursos, contribuyeron en la medida de sus fuerzas
para comprar un pobre cajón donde depositar el cadáver. Pasaron la noche
alternando las horas con rezos y oraciones, piadosa costumbre que aún
subsiste. A la mañana siguiente lo pusieron en una pequeña carreta
tirada por mansa yunta —medio de transporte usado hasta hoy en la
campaña— que marchó dando tumbos entre baches y zanjas hasta el
cementerio de la Recoleta distante poco más de una legua. Allí los
vecinos que se habían impuesto esta caritativa misión, buscaron al cura
de la parroquia P. Cornelio Contreras para que los acompañara a darle
cristiana sepultura. Y como tampoco tenían dinero para comprarle un
sepulcro, lo llevaron al campo santo y lo entregaron a la madre tierra.
Madre,
al fin, no le cobró derechos de sepultura. Allí quedó descansando,
ignorado hasta por los mismos que lo acompañaban, el hombre que encarnó
el sentido político-social de la revolución americana, que con más
sacrificios luchó porque la libertad y la justicia reinaran sobre estos
pueblos. ,
El Padre Contreras volvió a la iglesia, y con la
indiferencia del que realiza todos los dias el mismo trabajo, escribió
en el libro correspondiente la partida de defunción, que es una síntesis
de lo que hemos venido describiendo. En el margen de la página apuntó:
“José de Artiga - Extranjero”.
Y a continuación: “En esta parroquia
de la Recoleta de la Capital, a 23 de setiembre de 1850, yo, el cura
interino de ella enterré en sepultura ordinaria el cadáver de un adulto
llamado José de Artiga, extranjero, de esta feligresía.
Doy fe. — Cornelio Contreras”.
Los
humildes vecinos que lo llevaron, volvieron a sus casas, con la
tranquilidad del que ha cumplido un deber humanitario. Habían dejado
descansando en la paz de la tierra a un hombre bueno, a un extranjero
sin familia, venido quién sabe de dónde! No sabían que habían enterrado
al que no podía considerarse extranjero en ningún rincón de América,
porque había luchado tanto por el futuro feliz de esta patria grande,
que hoy hermana en una gran familia a los hombres que en ella nacieron y
a los que vienen a ella, cumpliendo así uno de sus altos postulados.
Volvió
con ellos al rancho solitario, cabizbajo, el negro Ansina, soldado,
asistente, criado, amigo y deudo. Todo. Digno representante de la patria
oriental ^en aquel momento supremo, rindiendo con su dolor sincero el
homenaje de las únicas lágrimas que humedecieron la fosa del desterrado
anónimo!
Allí quedó, en la soledad del campo santo, una tumba más,
apenas señalada por una tosca cruz de madera, un poco de tierra
removida...
Allí quedaba lo físico, lo humano, lo terrenal; lo que es
capaz de destruirse. Su obra inmensa, sus grandes ideales
americanistas, su ejemplo de desinterés y justicia diluido en las
partículas inmortales de su espíritu, seguirán viviendo mientras haya
corazones orientales y almas americanas capaces de comprender la
grandeza del varón esclarecido, que llegó al martirio en aras de
postuladós redentores.
A los pocos días de acaecido el deceso, “El
Paraguayo Independiente”, con fecha 28 de setiembre, le dedicó el
siguiente artículo necrológico, cuyos datos son tomados del oficio ya
citado, que Francia dirigió al comandante del puerto de Borbón, el 12 de
mayo de 1821. Dice así: “El tiempo acreditó la firme resolución que
había tomado de no volver al suelo donde vió la luz, cuando se' presentó
en Candelaria perseguido por los suyos pidiendo un rincón en la
República donde acabar sus días. Ha tenido para su regreso obligantes y
repetidas invitaciones, tan luego como ha circulado en el exterior la
noticia de que el Gobierno Consular establecido a la muerte del Dictador
Francia, abrió las puertas de la república al comercio exterior y dejó
expedito el regreso de todo extranjero, detenido por el sistema de
aislamiento del régimen fenecido. Pero Artigas se ha excusado en todas
ocasiones.
“Fué uno de los fundadores de la independencia del Estado
Oriental, su patria. El General Artigas ha resistido con pocos recursos
todo el poder de Buenos Aires y disputó la superioridad de las fuerzas
del Brasil.
“Su ascendiente dominaba al indio charrúa, al peón de los estancieros, a los oficiales instruidos, a los elementos de la guerra.
“Derrotado
en su último combate de Tacuarembó, y perseguido por uno de sus
comandantes el caudillo Ramírez, a quien había dejado a guardar más de
cuarenta mil pesos oro se alzó con estos dineros y con ellos sublevó y
aumentó algunas tropas de gente armada... Pidió asilo al gobierno de la
República, diciendo que si no se lo concedía irla, a meterse en los
bosques. Su esperanza fué bien correspondida; él vino destituido de todo
medio de auxilio y el gobierno le hizo dar una asistencia regular
durante su residencia en el suprimido convento de las Mercedes y después
lo hizo llevar a vivir a la villa de San Isidro de Curuguaty.
“En
1845, S. E. el Presidente de la República lo llamó a esta ciudad para
proporcionarle mejor comodidad de la que podría disfrutar en aquel
punto.
“El General Artigas no amaba las ciudades; aun en la vejez
quería la libertad de los campos; en consecuencia fué acomodado en una
chacra de la vecindad de esta capital, donde ha finalizado sus días el
23 del corriente, a los treinta años cumplidos de haber entrado en
Asunción.
“Fué dado a la tierra en el cementerio de la Recoleta.
Pueden sus amigos y parientes tener el consuelo de que nada le faltó, y
de que sucumbió agobiado por el peso de noventa años porque es la muerte
común. Séale la tierra leve".
Páginas 291 a 294
LIBRO ORIGINAL ( ARCHIVOS ECLESIASTICOS) Cementerio Recoleta, Padre Cornelio Contreras
No sabria el padre..., que no se le considera extranjero en ningun rincón de América...
Esta muy claro que el padre Contreras anotaba los entierros diariamente, en la jornada del Lunes 23 de septiembre el total fué de 4 personas. EL DÍA 24 NO ANOTO ENTIERROS.
Para realizar y sostener la presente investigación hemos recurrido a este libro de la iglesia y a los Archivos generales de Asunción, el A.N.A al Decreto sobre creación de un cementerio público en la Recoleta y al documento Establecimiento del Cementerio General en la Recoleta. ambos de 1842.
Nota: fue enterrado en el cauce nro.26 tercer sepulcro, cementerio general.“Campo Santo de los Insolventes”.Se aprecia como el texto original fue modificado, corregido, (tiempo más tarde), se agregaron las S, General, Don, lápida, etc.
Esta incertidumre sobre lo escrito, ya instalado fuertemente en los calendarios, estructuras y hasta en la memoria colectiva de generaciones, y lo que nos muestra la verdadera información recolectada de la época, no coinciden!, los rituales, eucaristía, rosario y otros rezos en la proximidad del ocaso hasta el día presente, estas prácticas de oración, permanecen hoy en día presentes en pleno siglo 21 en el Paraguay.
Con certeza Don José realmente falleció el día comingo 22, velatorio mediante, el lunes 23 por la mañana partio la carreta con bueyes recorriendo los casi 6 kilometros del camino boscoso y selvatico en su época... y que hasta hoy separan Yviray del Cementerio de la Recoleta, actual calle avda. Sacramento.
1er ANUNCIO NECRÓLOGICO EN PARAGUAY
Diario el Paraguayo Independiente, COPIA ORIGINAL
Primera publicación sobre el deceso de Artigas, fecha: 28.09.1850
4
MESES DESPUÉS DE LA MUERTE DE ARTIGAS EL "JORNAL DO COMMERCIO" EN
BRASIL HACÍA LO SUYO ANUNCIANDO EL DECESO EL DIA 13 ENERO DE 1851
(Fué
gracias a esta publicación en Rio de Janeiro que en el Uruguay y
Argentina se supo del deceso del General Artigas casi 5 meses despues.
El periodico rioplatense, o litoraeño, El Porvenir del 5 de febrero de 1851 informaria de su deceso, 5 meses más tarde.
Diseño de Artigas
Autor: Alfred Demersay, 1846-7, Histoire physique, économique et politique du Paraguay et des établissements des Jésuites, Volúmen Atlas ( full-page colored)
Paris, Librairie de L. Hachette et Cie, 1860-65.